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miércoles, 25 de octubre de 2017

Desde Argentina: Legislativas, “Grieta”… ¿y después? Por Rodrigo Tisnés




En abril de 1872, la Paz de Abril (poco imaginativo nombre para un acuerdo de paz firmado en abril) marcó el final de la Revolución de las Lanzas, y oficializó en un documento el pacto de coexistencia que establecían entre sí colorados y blancos.
Visto con la distancia que dan 145 años, podrá parecer una anécdota menor, pero en la Historia política uruguaya tuvo un efecto práctico y simbólico fundacional: a partir de ese momento, los dos bandos pasaron a tomar la forma definitiva de partidos políticos, reconociendo que aún en el caso de enfrentamientos armados, ninguna parte tenía derecho a exterminar ni extirpar a la otra. En ese tiempo aún permanecían frescos los recuerdos de la Defensa de Paysandú y la Hecatombe de Quinteros.
Desde entonces, si bien la política uruguaya no ha sido cómo su geografía… el funcionamiento de todo el sistema político, ha estado sólidamente asentado sobre este sencillo principio de respeto, tolerancia y aceptación de la disidencia.
Esta introducción viene a cuenta de las recientes elecciones argentinas, que fueron un nuevo episodio dentro del contexto político de la tristemente célebre “Grieta” (que algún dramaturgo en el futuro seguramente titulará “La Grieta”, tengo dudas si será drama o comedia) forma en que los medios, con mucho sentido del marketing, han llamado a la polarización entre el Kirchnerismo liderado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el actual gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri.
Está bien. Es cierto que no se trata de un enfrentamiento armado entre bandos que buscan aniquilarse. Un conflicto de ese tipo sería anacrónico en pleno Siglo XXI, en una democracia que con sus logros, miserias y tragedias, funciona razonablemente bien. Me hago cargo de lo de “razonablemente” bien.
Sucede que en el contexto de una democracia moderna, donde el pacto político básico es que las diferencias se dirimen en las urnas (amén de otras formas de manifestación popular que puedan existir) y en el debate público, la aniquilación del “Otro” que piensa distinto que “Yo”, pasa por el ejercicio simbólico de negar el reconocimiento y/o validez de la expresión de sus ideas, opiniones y pensamientos.
En la lógica retorcida de “La Grieta”, lo que predomina es precisamente esa actitud: el ninguneo sistemático, la caricaturización de brocha gorda y la generalización reduccionista del “Otro”. Es funcional a un escenario binario, de polarización exacerbada entre dos alternativas políticas, el “kirchnerismo” y el “macrismo”, en el cual cada uno busca la forma de aniquilar discursiva y simbólicamente al otro; y de paso, en un acto que envidiaría el mejor mago profesional, hacen desaparecer a las terceras alternativas y voces políticas. Aquellas que se niegan a entrar en el juego perverso del “si no están conmigo, están con el enemigo”.
Si el Kirchnerismo abonó y fue un poco el padre de este Frankenstein político, especialmente a partir de las presidencias de Cristina, el actual gobierno, que llegó con un discurso de cambio y renovación en la forma de hacer política, rápidamente se dio cuenta que electoralmente le rinde mucho más entrar en la dinámica “grietista”. Del resto, se han encargado con empresarial afán, la mayoría de los medios de comunicación masivos, desde los diarios (Clarín, La Nación, Página 12) hasta la televisión, con su nutrido staff de periodistas. Por supuesto, hay algunas honrosas excepciones.
En este contexto, el resultado de las elecciones legislativas del domingo pasado admite dos lecturas contrapuestas: como continuidad o ruptura de “La Grieta”.
En el primer caso, Cambiemos, la alianza oficialista, surge como el claro ganador de las mismas, al haber obtenido poco más de 10 millones de votos en todo el país, 2/5 del total, lo que le permitió aumentar su representación legislativa… aunque sigue estando en minoría en el Parlamento.
El Kirchnerismo, que parecería ser el mayor derrotado, no obstante, se presenta discursivamente como una fuerza “ganadora”: es el sector de oposición más votado, con un lema que fue creado hace poco más de 4 meses, y fue necesario que la gobernadora Vidal se pusiera la campaña al hombro para revertir la tendencia que daba ganadora a CFK por sobre Esteban Bullrich en la Provincia de Buenos Aires.
El resto de la oposición (Massa, el peronismo, los socialistas, la izquierda trotskista, etc), salvo excepciones puntuales, aparece como perdiendo espacios y terrenos de competencia efectivos frente a las dos fuerzas políticas mayoritarias.
En el segundo caso, puede interpretarse que pese a este escenario de alta polarización, aun así las opciones políticas alternativas sumadas obtuvieron un 36% del total de votos emitidos. O sea, que casi 40 de cada 100 votantes lo hicieron por fuera de “La Grieta”. Dentro del escenario político descrito, y con unas reglas de juego que favorecen la polarización, que hayan alcanzado este resultado es un guiño a la esperanza de poder superar esta etapa.
A esto debe agregarse, además, los miles de argentinos que seguramente, pese a haber votado al kirchnerismo o al oficialismo, no están de acuerdo ni comparten el discurso y la lógica de polarización, y desean que se termine este clima de crispación casi permanente.
Y por último, esta lectura permite visualizar que Cambiemos, pese al aumento de su bancada legislativa, aún está lejos de contar con una mayoría propia, por lo que –sí o sí- el Poder Ejecutivo está obligado a negociar cualquier reforma que quiera llevar adelante; mientras que el Kirchnerismo, que cae en representación parlamentaria, no tiene la capacidad de erigirse en el portavoz hegemónico de la oposición.
Restan dos años aún para las elecciones presidenciales de 2019. Parece poco, pero es mucho tiempo. Y aunque el actual gobierno parezca, o crea, haber salido fortalecido, especialmente por potenciales competidores debilitados (CFK, Massa, Randazzo); hay que recordar que el Peronismo tiene una vocación de poder, y capacidad de movilización, que explican gran parte de la Historia argentina desde el 83’ en adelante. Seguramente desde el domingo de noche los diversos peronismos estén en contacto, negociando y buscando la estrategia (o estrategias) para reconfigurarse. A esto se suma la actitud que pueda asumir el Frente de Izquierda, la izquierda trotskista que en estas legislativas aumentó su caudal electoral y su Bancada, y también que hará el Partido Socialista, que incluso en Santa Fe, parece estar en horas bajas.




miércoles, 18 de octubre de 2017

¿Yo?... uruguayo (por Rodrigo Tisnés) Buenos Aires y los porteños vistos por un uruguayo recién llegado.






Este fin de semana se llevan a cabo las elecciones de medio término en Argentina. En estas líneas voy a intentar aclarar qué es lo que se vota y cuáles son las opciones electorales. No es una tarea sencilla, no solo por lo desconcertante que nos resulta la política argentina a la mayoría de los uruguayos (incluso a los que vivimos aquí), sino también por lo complejo y volátil de sus sistema de partidos y alianzas, que la transforman en algo tan cambiante y voluble como las opiniones de un panel de periodistas deportivos.
Para comenzar, tres precisiones necesarias:
1) NO SON ELECCIONES PRESIDENCIALES. Son elecciones de medio término en que se renueva parte de la integración del Poder Legislativo. Es un tipo de elección que no existe en Uruguay.
2) Ni el presidente Macri, ni la gobernadora Vidal (la política con mejor imagen del país) son candidatos a cargo alguno en estas elecciones.
3) No obstante ello, el actual gobierno, la ex presidenta, y la enorme mayoría de los medios de prensa, se han encargado de fomentar y exacerbar la polarización entre ambos (“La Grieta”); dejando deslucidos y casi sin espacios (ni discurso) a las terceras alternativas.
Hechas estas aclaraciones, ¿cuáles son las opciones electorales?:
El gobierno/oficialismo se presenta bajo el paraguas de “Cambiemos”, una alianza de centro-derecha y derecha, integrado por diversos sectores y partidos políticos, incluido el PRO, el partido creado por Macri.
Uno de los partidos que integra esta alianza es la Unión Cívica Radical (UCR), uno de los partidos decanos de la política argentina. Resulta llamativo que integre una alianza de centro-derecha, siendo que tuvo presidentes asociados a ideas y proyectos políticos progresistas (al menos relativamente progresistas), como Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín. Pero para aumentar el nivel de desorientación política, en la ciudad de Buenos Aires compite contra el oficialismo, y en alianza con el Partido Socialista, impulsando la candidatura a la Diputación del exministro de Economía (de Cristina) y ex Embajador en Estados Unidos (de Macri), Martín Lousteau, en contra de Elisa Carrió.
Precisamente, la conocida y mediática “Lilita” también es parte de esta alianza. En una década y media pasó de ser una obesa política, con un discurso de barricada, y una ideología sui géneris con fuertes componentes de misticismo católico; a ser una robusta política, con discurso basado en la judicialización de la política, y una ideología anclada en una suerte de pragmatismo de la oportunidad política. En suma: una metamorfosis física, ideológica y discursiva que ni a Kafka se le hubiese podido ocurrir.
Del otro lado tenemos al Peronismo… o más bien LOS peronismos:
Un peronismo es el de la expresidenta, Cristina Kirchner, que siendo peronista se negó a ir unas internas en el peronismo, y armó una fuerza política de ocasión: “Unidad Ciudadana”, que debutó electoralmente en las internas del pasado mes de agosto. Se presenta como “el freno” posible frente a la arremetida del actual gobierno en el recorte de derechos laborales y políticas sociales. Luchando por lograr 2 de 3 senadores en la Provincia de Buenos Aires no parece que pueda ser mucho freno de nadie.
Otro peronismo es el de Sergio Massa, quien fuera Jefe de Gabinete de Cristina entre 2008 y 2009, e integrante del Partido Justicialista (peronismo) hasta 2013. Se presenta con el lema 1País. Aparenta ser la mayor de las “terceras opciones”, aunque con la polarización parece que viene perdiendo votos, especialmente hacia Cambiemos.
Lo acompañan Margarita Stolbizer, política surgida del ala más progresista de la UCR, de la cual se alejó en 2007 para crear su propia fuerza política de centro-izquierda (GEN); y el Movimiento Libres del Sur, liderados por la diputada Victoria Donda. Se trata de un movimiento político surgido en la crisis de 2001, que supo integrar una alianza con el Kirchnersimo, de 2003 a 2008. Entre 2011 y 2015, Stolbizer y Libres del Sur integraron el Frente Amplio Progresistas, una ancha alianza de fuerza de centro izquierda e izquierda (de la que Stolbizer supo ser candidata presidencial en 2015), para luego abandonarla y sumarse a las huestes de Massa.
El tercer peronismo es el liderado por Florencio Randazzo, quien fuera Ministro en el gobierno anterior. Quedó como el candidato de una parte del pero-kirchnerismo que no se fue con la ex Presidenta. Se presenta con un discurso de tipo honesto y cumplidor de los compromisos asumidos, pero parece tener tanto carisma como ir al dentista…
El cuarto (y ¿último?) peronismo, es el de los peronistas que no están ni con Cristina, ni con Massa, ni con Randazzo… y mucho menos con el oficialismo. En general se trata de expresiones lideradas por gobernadores de provincias que intentan conformar un espacio político propio, y de ahí lograr alcance nacional.
También está el Partido Socialista, actualmente en alianza consigo mismo, dado que es el único partido (de peso al menos) restante del Frente Amplio Progresistas. Hace una década que gobierna la Provincia de Santa Fe, y tienen el gobierno en la ciudad de Rosario, una de las más grandes del país. En 2011, Hermes Binner, hoy diputado, fue candidato presidencial, quedando en segundo lugar detrás de Cristina Kirchner; pero hoy, parecen muy lejos de estar medianamente cerca de esos resultados.
El Frente de Izquierda, coalición de partidos de la izquierda trotskista, y Autodeterminación y Libertad, fuerza política fundada por el histórico Luis Zamora, se presentan como las “auténticas” alternativas de izquierda. Resulta incomprensible que, con diferencias ideológicas de matices, se presenten por separado, en lugar de unir fuerzas. De todas formas es una actitud política muy coherente con la mejor historia de trotskistas y anarcos en Argentina, que funciona (más o menos) así: se juntan 2, arman 3 grupos políticos, y terminan todos peleados.
En definitiva, y frente a este escenario de sicodelia política, me siento más afortunado que nunca de poder decir, cada vez que en la calle me paran para ofrecerme un volante de tal o cual candidato: “¿Yo?... ¡uruguayo!”.

viernes, 13 de octubre de 2017

¿Yo?... uruguayo (por Rodrigo Tisnés) Buenos Aires y los porteños vistos por un uruguayo recién llegado.





Una de las realidades que me resultan más cómicamente llamativas (y absolutamente incomprensibles) en Buenos Aires, es el tema del cambio de moneda. Cualquier persona que haya tenido una estadía más o menos prolongada acá seguramente pueda intuir a lo que me estoy refiriendo.
Se trata ni más ni menos, que de la convivencia entre armónica y esquizofrénica, existente entre las Casas de Cambio formales, que funcionan con todos los requisitos y procedimientos legales, y por otro la de los famosos “arbolitos”, esas personas (hombres generalmente) que están todo el día parados en calles del Microcentro porteño ofreciendo cambio continuamente a los peatones que circulan, para empresas y oficinas que funcionan como casas de cambio ilegales.
El procedimiento cuando se desea cambiar dinero en el circuito formal es el siguiente: se debe presentar el documento de identidad, brindar una dirección de correo electrónico, domicilio en el que se esté parando (ya sea temporal o permanente), número de teléfono, estado civil y ocupación/profesión. ¡Ah!, además, dependiendo del local, hay algunos Cambios que no aceptan clientes que quieran cambiar menos de 50 dólares, o 100, o “X” cantidad de reales o pesos chilenos o uruguayos. Básicamente, solo falta que pidan muestras de sangre y orina, o un examen de ADN. Desconozco cómo es el procedimiento en otros países de la región, pero en Uruguay, donde para cambiar dinero sólo se precisa ir con el dinero a la Casa de Cambio más cercana, todo este procedimiento de controles aparece como un tanto “orwelliano”…
Especialmente cuando se lo contrapone al sistema informal o para-legal de los “arbolitos”.
Como dije: están en plena vía pública ofreciendo el servicio de cambio. Si bien no lo gritan a viva voz, es un susurro lo suficientemente claro y audible, repetido en forma continua e insistente, que suena a algo así como: “cambiocambiocambio”, aunque algunos, un poco más creativos (o menos repetitivos) dicen “cambiodólareuro”. Como sea, resulta lo suficientemente inteligible como para que cualquiera que pase cerca se pueda detener a consultar. Una vez aceptada la tasa de cambio, el “arbolito” te guía hasta donde funciona una oficina, en la que pasa el dato del negocio, y sin ninguna necesidad de documento de identidad, ni número de teléfono, ni dato ni registro de ningún tipo, se realiza la transacción. Y no se imaginen tugurios oscuros e irrespirables, repletos de facinerosos que harían parecer buenos tipos a Don Corleone o Al Capone. Para nada. Si bien es posible que los haya, la mayoría funcionan en oficinas coquetas, muy bien iluminadas, con personal afable y servicial… y eso sí: una excelente seguridad.
Precisamente en esta enorme contradicción es que está la esquizofrenia. Porque no parece racional ni lógico que los negocios del ámbito formal tengan tantos controles (o les exijan tantos controles), mientras que por otro lado, a la vista pública funciona todo un sistema informal, frente al cual parece existir una permisividad absoluta, o –cuando menos-, una tolerancia manifiesta y tácita. Todo esto en pleno centro de Buenos Aires, no en un barrio lejano, allá por donde sea que el Diablo haya perdido su poncho colorado. La calle Florida es famosa por ser la más densamente “arbolada” de todas, pero no es la única.
En suma: que entre los controles de uno y las facilidades de otro, sumado a tasas de cambio iguales o relativamente mejores en el informal, existe un fuerte desincentivo para que las personas, especialmente las extranjeras, cambien (cambiemos) moneda en el sistema formal.
Por supuesto, se puede alegar que esa misma falta de controles y garantías es su mayor debilidad: si a uno le pasan “gato por liebre”, después no queda otra que llorarle a Magoya.
¿Pero qué incentivo tienen los “arbolitos” en generar desconfianza? Al contrario, la solidez de su negocio está en la agilidad y la confiabilidad de su transacciones.
Intuitivamente podría pensarse que los cambistas formales deben presionar y protestar para que se apliquen controles más rigurosos al sistema informal. Sin embargo, la realidad funciona en forma contra-intuitiva: no solo que no parecen existir presiones y protestas contra la existencia del sistema para-legal… ¡sino que además la fomentan! Alguna vez, especialmente cuando se quiere o precisa cambiar sumas irrisorias, en la misma Casa de Cambio te sugieren, con una guiñada cómplice, que vayas al Microcentro…
Podría seguir extendiendo esta columna un poco más, pero recién me fijé la hora, y recordé que debo salir a hacer una compra por la calle Florida…






martes, 26 de septiembre de 2017

¿Yo?... uruguayo (por Rodrigo Tisnés) Buenos Aires y los porteños vistos por un uruguayo recién llegado.



Este viernes que viene se está cumpliendo mi segundo mes de vida en la “Ciudad de la Furia”. Al igual que un mes atrás, día a día sigo descubriendo y conociendo nuevos aspectos, lugares, personajes, y costumbres de esta ciudad inconmensurable, inabarcable, y cosmopolita.
Con el paso del tiempo, es inevitable, se produce acostumbramiento y se comienza a perder el deslumbramiento inicial. Si pasa en las relaciones personales, ¿cómo no va a pasar con los lugares?... pero la escala de esta ciudad es tan grande, que aun cuando recorro calles que ahora se han vuelto parte de mi rutina, de vez en cuando, me descubro mirando con admiración algún edificio de comienzos del siglo XX. Para sorpresa propia, agrego, porque nunca he sido especialmente sensible ante la arquitectura.
Como comentaba la vez pasada, la sensación que me da al estar acá, es la de no estar del todo en el extranjero. No es solo la historia la que nos une y hermana. La geografía también. Basta pensar que a cualquier montevideano le lleva menos tiempo venir a Buenos Aires, que viajar a cualquier departamento al norte del río Negro. ¡Ni que hablar los colonienses! En su caso, están a 50 minutos del centro de la capital argentina, y a dos horas y media de la Plaza Cagancha.
Y lo mismo sucede reflexionando a la inversa. Salvo La Plata (capital de la Provincia de Buenos Aires) y Rosario, Montevideo queda más cerca que el resto de las grandes ciudades argentinas: Córdoba, Tucumán y Mendoza. Y en tiempo de viaje, lleva más o menos lo mismo viajar a Rosario que a Montevideo.
En síntesis, tenemos una historia común, una geografía, una cultura y una lengua compartida que nos unen y hermanan, y eso se nota.
Por supuesto que hay diferencias. Pero a la mayoría, uno se acostumbra. Sucede con los modismos y localismos, por ejemplo.
Micro y colectivo me resultan mucho más prácticas que nuestro interminable ómnibus, y más simpática que el anodino bondi montevideano. Llamar tortuga o pebete al tipo de pan usado en nuestros choripanes me resulta en todo intrascendente, al igual que decirle facturas a nuestros bizcochos. Mientras que a la caldera le sigo diciendo caldera y no pava, especialmente porque no suele ser centro de casi ninguna charla, ni la denominación, ni la tenencia, ni el uso de la caldera/pava.
Apartamento y departamento son intercambiables, al igual que pileta y piscina, y refresco y gaseosa. Tampoco se precisa ser lingüista para saber a qué se refieren cuando hablan de la obra social y las expensas.
Sin embargo, hay algunas palabras a las que definitivamente no me acostumbro. O decididamente prefiero las nuestras.
Me pasa con batata, palabra a la que le falta la dulce tosquedad de boniato, que, además, me da la impresión que resume mucho mejor la característica del sencillo tubérculo. Lo mismo me sucede con zapatillas, que me suena desabrida y sin gracia, frente a nuestro clásico y provinciano championes.
Pero la peor de todas. La más horrible a mis oídos (y vista), es el sándwich de milanesa. Un verdadero atentado lingüístico-culinario. ¡Un sándwich es un refuerzo de jamón y/o queso en pan de miga!... como mucho un olímpico, que lleva lechuga y tomate. Llamar sándwich a la milanesa al pan, es reducirla, rebajarla, desclasarla, restarle contundencia. Por eso es que, desde que llegué, no he comido ni una milanesa al pan. Simplemente me niego a entrar a un boliche y pedir “deme un sándwich de milanesa, por favor”, creo que me sentiría bastante ridículo.
Aunque, ahora que lo pienso, tal vez tendría que hacer la prueba de entrar un día y pedir una milanesa al pan, en una de esas, hasta genero una movida y los hermanos argentinos adoptan nuestro uso.
Pensándolo bien, eso sería algo joya.








miércoles, 13 de septiembre de 2017

La tumba de los cracks Por Rodrigo Tisnés



En todas las democracias modernas existen determinados cargos públicos que parecen estar marcados de antemano, por algún tipo de maldición egipcia o por el estilo, para liquidar cualquier pretensión o ambición política de desarrollo posterior que tenga esa persona.
Es por ello que a estos cargos se los denomina “la tumba de los cracks”. Suelen ser cargos de alta exposición pública, a la que llegan (mediante el voto o designación) figuras políticas de cierta ascendencia y relevancia, o con serias pretensiones de poder usar dicho cargo como “trampolín” de su carrera; pero debido a las dificultades, desafíos y desgaste que genera ese cargo, casi ninguna de las personas que acceden a los mismos logran después trascender a papeles mayores en el teatro de la política.
En los sistemas presidencialistas, como el nuestro, uno de los cargos con estas características es el de la Vicepresidencia.
En teoría, el Vicepresidente es una figura política de primer nivel, ya se trate de un viejo y avezado político, o de una figura en pleno ascenso. Se trata de quien sirve de nexo para las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, quien preside la Cámara Alta y el Parlamento en general (cuando sesionan ambas cámaras, o en los casos de parlamentos unicamerales), es quien subroga al Presidente cuando sale del país en misión oficial o se toma una merecida licencia o cae enfermo, y –en general- es la figura que asume la Presidencia en caso de fallecimiento o inhabilitación permanente de quien ejerce la Presidencia.
Intuitivamente, todo lleva a suponer que luego de alcanzar la Vicepresidencia, el siguiente paso político sería llegar a la Presidencia.
Sin embargo, la realidad demuestra que son muy pocos los casos de personas que hayan alcanzado la Presidencia de un país luego de haber ejercido la Vicepresidencia. En Argentina, por ejemplo, hasta el 2015 habían sido electos 29 Vicepresidentes. De ellos, ninguno logró ser electo Presidente luego de haber ejercido la Vice. El caso más reciente es el de Daniel Scioli.
Estados Unidos es otro ejemplo: han sido electos 48 vicepresidentes desde 1776. De ese total, apenas 5 llegaron a la Presidencia luego de haber ocupado el cargo de Vicepresidente. El más reciente: George Bush padre, que fue Vice de Reagan. Hubo otros 4 que, por fallecimiento del titular previamente electo, pasaron a ocupar la Presidencia y en las siguientes elecciones resultaron elegidos para el cargo mayor, pero en esos casos se considera que fueron re-electos como Presidentes.
En resumen: parece ser un cargo que no genera gran proyección política.
Uruguay no escapa a esta suerte de regla de “hierro” de los sistemas presidencialistas. De 1985 a hoy, hemos tenido 7 Vicepresidentes electos distintos, y ninguno de ellos logró (o ha logrado) acceder posteriormente a la Presidencia. Han sido: Enrique Tarigo, Gonzalo Aguirre, Hugo Batalla, Luis Hierro López, Rodolfo Nin, Danilo Astori, y Raúl Sendic.
Enrique Tarigo era un prestigioso abogado y constitucionalista, que se hizo conocido durante la Dictadura por ser una de las figuras que lideró el “NO” en el plebiscito de reforma constitucional impulsada por la cúpula militar y sus socios civiles. En el año 89’ intentó ser ungido como el candidato de la Lista 15 para las elecciones, pero fue derrotado por Jorge Batlle en una áspera elección interna, y ese fue el fin de su carrera política.
Gonzalo Aguirre fue el Vicepresidente de Lacalle. Otro prestigioso constitucionalista, reconocido por su gran inteligencia y prodigiosa memoria. A diferencia de Tarigo, aún era relativamente joven cuando asumió el cargo. Intentó ser candidato a la Presidencia de la República en el al año 94’ (cuando aún existían las candidaturas múltiples) pero su candidatura fue impugnada, en razón de haber ejercido la Presidencia, y debió declinar la misma. Su figura y relieve político se fueron diluyendo (como cubos de hielo en un vaso) desde que dejó la Vicepresidencia, hasta convertirse en una figura testimonial en la interna de su partido.
Hugo Batalla es el único Vicepresidente electo fallecido durante el ejercicio de su cargo.
Luis Hierro López, al igual que Gonzalo Aguirre, era una figura relativamente joven y de recambio generacional dentro del coloradismo. Sin embargo, la crisis económica de esos años, el desplome electoral del Partido Colorado, y el surgimiento impetuoso y rutilante de Pedro Bordaberry en la interna partidaria, cortaron de raíz cualquier chance que hubiese podido tener.
Rodolfo Nin fue el primer Vicepresidente electo en un gobierno de izquierda. De origen blanco, fue Intendente de Cerro Largo por dos períodos consecutivos. En 1994 crea una alianza electoral con el Frente Amplio, del que surge el Encuentro Progresista/Frente Amplio. Hombre de plena confianza de Tabaré Vázquez, nunca ha tenido la ascendencia, ni la aceptación suficientes dentro del FA como para ser considerado posible presidenciable.
Danilo Astori, es desde hace al menos 25 años, uno de los principales referentes políticos de su partido. Llegó a la Vicepresidencia luego de ser derrotado electoralmente por el Pepe Mujica en las internas de 2009. Fue esa su segunda derrota en el intento por alcanzar la nominación presidencial, dado que en el 99’ enfrentó a Tabaré Vázquez en la misma instancia. Es de todos quienes integran esta lista, el único que al día de hoy puede tener alguna chance/pretensión de ser llegar a ser Presidente, aunque la biología no parece jugar a su favor (tendría 79 años en caso de ser candidato).
Así llegamos al caso más reciente que engrosa esta lista. Y también, el más atípico, por lo reciente y por como sucedió todo: Raúl Sendic.
El ascenso político de Sendic puede aparecer como meteórico, sin embargo, a poco que se indague un poco, lo meteórico fue su posicionamiento como candidato a la Vicepresidencia y posible presidenciable. En realidad antes tuvo un trabajo de acumulación que se inició, o tuvo su primer impulso, cuando en 1999 accede a la diputación por el Movimiento 26 de Marzo, y se consolida en su paso por la Vicepresidencia y Presidencia de ANCAP, entre 2005 y 2013. Especialmente es desde su última etapa en este Ente, cuando asume la Presidencia del mismo, que comienza a proyectarse con fuerza en el escenario político nacional. Y se concreta en las elecciones internas de junio de 2014, cuando su sector resulta –en forma sorpresiva- uno de los más votados dentro del Frente. De ahí a la nominación para integrar la fórmula presidencial, fue una suerte de paseo triunfal.
En ese momento se presentaba como una figura joven, renovadora y con cierto carisma (dentro de un cuadro dirigencial envejecido), exitoso en la gestión de la mayor empresa del país, y –encima- líder de su propio sector y referente de una de las corrientes de opinión interna del Frente Amplio. Todo ello respaldado por ser portador de un apellido con peso propio en la izquierda uruguaya.
No obstante, este relato comenzó a derrumbarse a poco de comenzado el tercer gobierno del Frente y de asumido su cargo de Vicepresidente. Más allá de las consideraciones que se puedan hacer sobre el rol que jugaron los medios y la oposición, él mismo fue un gran colaborador en la causa con sus dudas, contradicciones, balbuceos y mutismos.
Los problemas financieros de ANCAP generados en su gestión (aun en el caso de inversiones necesarias para la empresa y el país) liquidaron, de una sola vez, esa imagen de administrador exitoso y moderno que tanto se había esmerado en construir.
Al poco tiempo se sumó el bochornoso episodio de su, inexistente, título universitario en Genética Humana, supuestamente obtenido en Cuba; en la que en episodios sucesivos, dignos del Teatro del Absurdo, dio dos, tres y hasta cuatro versiones alternativas al respecto. Para dar cuenta de lo ridícula de toda la situación, se salvó de ser procesado por usurpación de título, en virtud de que la Licenciatura en Genética Humana es una carrera inexistente en Uruguay, por lo que mal podía haber usurpado un título de una carrera inexistente en el país (y en Cuba).
La gota que colmó el vaso, terminó siendo una cuestión que, en términos relativos, es menor: el uso desprolijo de la tarjeta corporativa de ANCAP. Nadie duda de que no se enriqueció por el uso de la misma. Pero el hecho de haberla usado para algunas compras poco claras, que con toda seguridad no tenían que ver con la representación de la empresa; de haber salido con tono desafiante a decir que podía dar cuenta de todas las veces que la había usado y que estaban justificadas, de pedir él mismo que su conducta al respecto fuera analizada por el Tribunal de Conducta Política del FA, y el informe crítico de dicho organismo (producto de sus mismas contradicciones y balbuceos en su declaración al mismo), que hacía altamente probable una sanción hacia su persona, y lo hubiese convertido en el primer Vicepresidente en ejercicio de la Historia sancionado por su propia fuerza política, precipitaron su decisión.
Nadie puede afirmar que este sea el final de su recorrido político. Aun es lo bastante joven como para poder reconstruir, o intentarlo, su carrera política, desde una estrategia distinta a la anterior.
Pero lo que sí parece claro es que nuevamente, sea por la razón y las causas que sean, la Vicepresidencia se ha convertido en la tumba de otro “crack”.
A esta altura, y de cara al 2019, no se la deseo ni a mi peor enemigo.

jueves, 7 de septiembre de 2017

¿Yo?... uruguayo. Por Rodrigo Tisnés



La semana pasada, el martes 29 para ser más exacto, se cumplió el primer mes desde que crucé el “charco” para radicarme en Buenos Aires. Para no hacer tediosa una historia larga: fue el final de una decisión que me tomó bastante tiempo tomar; y ha sido el inicio de una nueva etapa en mi vida, con toda probabilidad, el desafío más ambicioso que he afrontado hasta ahora.
Pero vayamos a lo interesante: ¿cómo ha resultado este primer mes de vida acá?
Como escribí en otro espacio, he descubierto (y sigo descubriendo) una ciudad inmensa,
Es una ciudad tiene un aire de familiar “otredad”. Desde su arquitectura hasta en la forma de ser de su gente se nota la historia que nos une y hermana… no en vano, es bueno tenerlo en cuenta, Buenos Aires es la segunda ciudad uruguaya en el mundo. Incluso la encuentro bastante parecida (salvo por la Rambla) a Montevideo. El barrio de Caballito, por ejemplo, podría perfectamente ser un barrio de nuestra capital. Tal vez esa sea la razón por la que tantos integrantes de nuestra colectividad viven en él.
Claro que es todo a una escala mucho mayor. Al estar acá, uno entiende porque tantos argentinos aman nuestras playas y nos encuentran tan apacibles y tranquilos: comparados con la velocidad de vértigo con que se mueven acá, Montevideo tiene una mansedumbre pueblerina, y Rocha –¡la querida Rochita!- directamente sería algo así como la aldea de los irreductibles galos de Asterix.
La otra cara de la moneda es lo cosmopolita que es: una verdadera ciudad internacional en este rincón al sur del mundo, con actividades y propuestas culturales variadas en calidad, cantidad, diversidad y costo; desde los teatros de calle Corrientes, hasta los teatros del under, pasando por los centros culturales públicos (como el Kirchner, una monstruosidad descomunal; el General San Martín, más chico pero descomunal de todas formas; el Centro Cultural Rojas; y el Recoleta) y los autogestionados por colectivos de artistas y/u organizaciones barriales, los cines, las bibliotecas públicas (acá destaco la del Congreso de la Nación), los bares y pubs culturales, la variedad en cantidad y calidad de Museos, y la enorme oferta de librerías, que van desde el imponente y lujoso Ateneo de Avenida Santa Fe y Callao, hasta las pequeñas librerías casi centenarias, que guardan en sus anaqueles libros polvorientos y llenos de telarañas.
Entre los museos, destaco el Espacio de la Memoria, donde funcionaba la tristemente célebre ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) que sirvió de centro de detención clandestino, torturas y desaparición forzada de personas en la última dictadura argentina. Mientras lo recorría, fue inevitable sentir una mezcla de angustia, oprobio, indefensión, e impotencia. Y, por otro lado, también recomiendo visitar el de Malvinas e Islas del Atlántico Sur, un museo moderno, luminoso y atractivo, de recorrido ágil, del cual salí con ganas de ser un explorador o aventurero de comienzos del siglo XVII.
Para comenzar a terminar, quiero expresar que una vez acá, he podido comprobar que realmente es cierto cuando se dice que los porteños nos quieren y respetan a los uruguayos. Lo he vivido en cada ocasión que he dicho mi nacionalidad. Aunque no todos lo expresen verbalmente, se nota en la actitud, en el trato, en el tono de voz. Algun@s, incluso, me preguntan qué se me dio por venir a vivir acá, precisamente, porque desde su cotiadenidad, han construido una imagen idílica de Uruguay en contraposición a un presente conflictivo/de crisis que tienen de Buenos Aires, o directamente del país.
La parte negativa de este cariño que sienten por nosotros, es que no tienen la misma actitud con otras nacionalidades y/o colectividades, más específicamente, con paraguayos, bolivianos y peruanos, o tengan aspecto. No se trata tanto de algo que se exprese verbalmente; pero si es algo que se expresa en pequeñas actitudes que se pueden percibir: desde cómo se atiende a uno u otro en una oficina pública, hasta el tono de voz con que se dirigen a ellos.
Por último: el pasado viernes 25 tuve la posibilidad de celebrar una nueva Declaratoria de la Independencia en una recepción organizada por la Embajada. Más de 600 compatriotas, de toda edad, pelo y condición social compartimos una reunión cálida y emotiva. No pretendo sacar conclusiones apresuradas, pero acá se genera el mismo efecto, que cuando eres del Interior y te vas a Montevideo: cuando te cruzas con alguien de tu ciudad, no importa si nunca cruzaron ni media palabra, es encontrarse, saludarse como viejos conocidos y decir “¡no sabía que estabas por acá!, ¿que es de tu vida, que haces?”… acá es lo mismo, pero entre compatriotas.
Y no recuerdo el Himno cantado con tanto énfasis y entusiasmo como este 25 pasado en una residencia de Figueroa Alcorta, a 400 kilómetros de Montevideo.







viernes, 14 de julio de 2017

RODRIGO TISNÉS, DIRECTOR DEPARTAMENTAL DE ROCHA DEL MIDES RESPONDIÓ CRÍTICAS OPOSITORAS DE CLIENTELISMO POLÍTICO : “CREE EL LADRÓN QUE TODOS SON DE SU CONDICIÓN”







Escribe Juan José Pereyra Twitter@juano500

AUDIO AL FINAL DE LA NOTA
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“Cree el ladrón que todos son de su condición”, dijo Rodrigo Tisnés en relación a lo que se dice desde la oposición en el sentido que el gobierno del Frente Amplio, a través del asistencialismo, tiene un botín electoral para mantenerse en el poder.
“Yo no sé a quién vota o no la población que percibe asistencia a través de algunos programas del Mides . No se les pregunta a quien votan . Además, pienso que la de gente que está en situación más vulnerable, muchos son apolíticos , no creen en la política ni creen que la política les vaya a cambiar la vida votando a unos ni a otros .Hay otros que usan muy calculadoramente el voto para obtener prebendas o beneficios de un partido o de otro cuando está la campaña electoral. Esa es mi impresión”, dijo..
Tisnés asumió como Director Departamental del Ministerio de Desarrollo Social a principios de diciembre de 2016. Tiene 38 años, fue electo edil en 2015, es Licenciado en Ciencias Políticas y escritor.
Su libro “Jesús de Valizas” lleva varias ediciones y lo ha presentado en el país y en Argentina. Está escribiendo su segunda novela la que espera mandar a imprenta a fin de año.
En su participación en el programa Hay otra historia de radio Fortaleza, analizó su trabajo en el Mides, respondió todas las preguntas respecto a los planes de asistencia y a las críticas según las cuales el gobierno hace clientelismo político a través de esos planes.
“No es cierto que el Mides regale plata. Esa idea quedó muy asociada a lo que fue el primer plan de emergencia donde estaba sí el Ingreso Ciudadano .Ese plan no existe desde el año 2009 cuando se pasó al Plan de Equidad.
Hoy el Mides tiene varios programas y no se regala plata. La tarjeta Uruguay Social no le cambia la vida a nadie y no es un ingreso que permita vivir de eso porque está en función de la cantidad de hijos que tenga el hogar . Lo que recibe una persona sola o que tenga un hijo es menos de mil pesos por mes y si el núcleo familiar tiene hasta cuatro hijos , lo que recibe está en el entorno de los dos mil y algo, dos mil quinientos pesos . La Tarjeta Uruguay Social de monto duplicado, es para familias que están en situación de vulnerabilidad muy grande .En el caso de familias en esas condiciones que tengan cuatro o más hijos la asistencia anda en los cinco mil pesos. Si una familia tiene ocho hijos va a cobrar lo mismo que si tuviera cuatro, no más”.
“En todo el país, a diciembre de 2016 había 73 mil tarjetas Uruguay Social , tanto las simples como las duplicadas. Son 73 mil núcleos familiares”.

“En relación al tema de las contrapartidas es como aquello de qué está antes, si el huevo o la gallina. Si hay familias en situación de extrema vulnerabilidad que están así desde hace dos o tres generaciones por los contextos críticos en los que viven ¿qué contrapartida se les puede exigir? Es un poco desde la comodidad que tenemos los sectores medios y altos de decir que deben dar algo a cambio de lo que reciben. Está bien, pero ponte en el lugar de quien está desarrapado, en la lona, y en todo caso fortalécelo primero y que después pueda volcar a la sociedad” .

“El programa Uruguay Trabaja atiende a personas con problemas de empleo, con dificultades para encontrar y mantener un empleo . Hacen tareas básicas de mantenimiento de edificios ,albañilería y diferentes actividades . Tienen talleres donde reciben capacitación laboral, de cómo presentarse a una entrevista de trabajo , cómo desempeñarse en el trabajo, el relacionamiento , se les enseña computación y se les atiende la salud bucal. Es un programa que intenta fortalecer a esta población generándole buenos hábitos de trabajo, de presencia, de cumplir normas y horarios. Básicamente es una contraprestación , cumplen tareas que sirven a toda la comunidad mejorando espacios en centros CAIF, en escuelas, instituciones públicas en general”.

“Hay una pobreza estructural que se mantiene en el cuatro o cinco por ciento de la población que es el núcleo más duro. Hay que atacar más profundamente el problema que sufre ese núcleo y el de la indigencia”.

LES INVITO A ESCUCHAR LA CHARLA ENTREVISTA COMPLETA CON RODRIGO TISNÉS,